
La voluntad de Dios, es que el creyente permanezca firme hasta que Él venga por nosotros, y que no amemos la vanidad del mundo y sus deleites: “Porque estamos en el mundo, pero no somos del mundo”. Marcamos la diferencia por lo que pensamos, por lo que creemos, por lo que hacemos y por las cosas malas (que dejamos de hacer).